El escritor Rubén Lucero reflexiona desde la poética de la escritura sobre la cruel realidad que a veces se mete en laberintos borgeanos.
Releía un texto de Borges que habla de la supuesta valentía del torero. Luego, por ese inquieto y molesto gusto que tengo por escribir, se me ocurrió hacer una conversión y salió lo siguiente:
El político despreciable es un tipo que con todo un aparato racional de estrategias, entrenamientos, marketing, coucheo, clases y mucho estudio premeditado, seduce y miente a otro ciudadano, al vecino. Ese ciudadano, la inmensa mayoría, no tiene otro recurso que el reflejo de su instinto primario. Nos quieren burros.
El mal político no combate la deserción escolar y fomenta lo educación virtual que no llega a los que viven en las tinieblas. Bajo esa disparidad podemos medir el valor de los políticos. La valentía verdadera no soporta desniveles tan abusivos. Les mienten a tipos al borde del sistema. Se aprovechan de los incautos.
a mayoría de los políticos no son valientes, son como toreros prestos a liquidar a sus votantes tras un constante ataque y miles de mentiras. Claro que de vez en cuando algún animal rompe esa despareja situación y una cornada franca genera algo de justicia en una sociedad tan dispersa y extraña como los laberintos del gran Borges…