Andrés Loíza (58) y su señora, Catalina Rivera desde 2011 se aventuraron a crear la chacra frutihortícola más austral de la Argentina y tal vez del mundo, en el kilómetro 10.200 de la Ruta 30, a orillas del canal Beagle, en Punta Paraná. La bautizaron Ruca Kellén, que en lengua aborigen significa “Casa de Frutillas”. 

Con “Nunca mates la flor” de Hugo Gimenez Aguero, inició la entrevista de Andrés en Gente Necesaria. 

El nació en Mar del Plata y de joven se especializó en pastelería, repostería y panificados. En 1982, “de aventurero”, leyó en un diario que buscaban pastelero para una panadería de Puerto Madryn y allí se fue. Luego vivió en Bariloche donde conoció a Catalina, con la que formó pareja y tuvo dos hijos.

En 1994 regresó a Ushuaia con toda su familia, puso una panadería y en  2000, junto a su esposa, emprendió un cultivo de frutas finas en el valle de Andorra, cerca de Ushuaia, cuando esa zona se empezaba a poblar.

Frutilla, frambuesas, papines andinos, tulipán, entre otros son los cultivos que tienen en la chacra. El proyecto si bien arrancó como agropecuario, ahora, luego de la pandemia, se enfocó también al turismo. 
 
En el año 2008 solicitó tierras fiscales a las cuales se las adjudicaron en 2012. Son 4 hectáreas que en toda su orilla está llena de yacimientos arqueológicos de los antiguos pobladores. “Hablé con los pueblos Yámanas y Yaganes para que me permitieran mostrar ese tesoro”, dijo Andrés en diálogo con Gente Necesaria. Hace 20 días inauguró este espacio en honor a estos pueblos donde hay esculturas que los representan.

“Es un lugar mágico porque cada vez que te levantas miras al norte y te das cuenta que sos el último habitante de la República Argentina. Esto te genera entusiasmo y más cuando la gente visita la chacra”, indicó. 

Aclaró que el clima no es tan hostil como años atrás, con una temperatura este 6 de diciembre de 11 grados y con días de mucho calor que permiten cultivar estas frutas.

“En los meses más duros, la vida es compleja donde la calefacción y cocina es a leña, la energía se genera con paneles solares y molinos eólicos y el agua es de vertiente, de muy buena calidad”, explicó.

Dijo que si bien siempre hubo mucho turismo extranjero, luego de la pandemia, con el valor del dólar y el programa Pre Viaje aumentó la cantidad de turistas argentinos en Ushuaia.

La chacra

Comenzaron con un proyecto agrícola, cultivando frutillas con invernaderos, buscaron los plantines en Plottier, Neuquén, los plantaron en septiembre, y en noviembre ya estaban dando frutillas. Luego se pusieron a investigar qué plantas habían cultivado hace cien años los antiguos pobladores. 

De a poco fueron incorporando estas plantas -todas a cielo abierto, menos las frutillas- e intentaron con moras y arándanos y no prosperaron. Agregaron frambuesas, corinto -que da las grosellas-, ajo fueguino, papines andinos, lechuga siciliana -que soportó hasta la nieve-, cebollín aéreo, tulipanes y peonías, unas flores que trajo de Trevelin. 

En septiembre inicia la temporada que llega a marzo con cultivos que se adaptan muy bien. A partir del 15 de mayo el terreno se hace escarcha y no se puede hacer nada.
 
Parque temático

Era una zona inhóspita, pero poco a poco empezaron a llegar turistas y entonces orientaron su emprendimiento agrícola hacia el turismo rural. Abrieron una sala de té y ahora están montando un espacio temático para que las visitas se interioricen en la cultura de los aborígenes Yámanas o Yaganes, que habitaron al sur de esas tierras “del fuego” y cuya sangre aún corre por mucha gente de la región que se agrupa en comunidad para preservar su identidad. Fueron la etnia más austral del mundo, cazadores nómadas, recolectores e intrépidos navegantes.