CONVENTO DE CRISTO (TOMAR)
Es, sin duda, el gran convento que los caballeros templarios (y sus herederos, la Orden de Dios) dejaron en tierras lusas. Su aspecto exterior no difiere en exceso de cualquier iglesia fortificada del centro del país. Sin embargo, es su interior lo que realmente conmociona ya que es toda una exhibición del poder de esta orden, sobre todo en el siglo XVI. Visitarlo es deambular por sus ¡seis claustros! que muestran la evolución estilística de este monumento. Y, sobre todo, llegar hasta su girola que es una reinterpretación de la que se puede encontrar en la basílica del Santo Sepulcro de Jersulaén y que, como no podía ser de otra forma, es todo un delirio de detalles, frescos y ostentación.