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29/03/2019 19:36 hs

La historia del cordobés que vive con tres riñones y dos páncreas

Córdoba - 29/03/2019 19:36 hs
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Nicolás López Carreras tenía diabetes desde niño. El año pasado, un doble trasplante le cambió la vida. 

Le diagnosticaron diabetes cuando tenía 9 años. Después se sumaron las fallas renales y el cuadro de hipertensión. Y cuando a sus veintipico llevaba su tediosa circunstancia de salud con resignación, los médicos le dijeron que la insuficiencia renal era importante y que necesitaría un riñón nuevo. Al pánico inicial le siguió una propuesta que escuchó con especial interés: la posibilidad de aprovechar el trasplante de riñón para, de paso, trasplantarse un páncreas y resolver así la diabetes.

El día D para Nicolás López Carreras fue hace un año, el 28 de marzo de 2018, cuando se llevó a cabo el trasplante renopancreático del que hoy todavía se recupera. Según contó al diario La Voz, acababa de cumplir 30 años cuando lo llamaron desde el Hospital Privado y le dijeron que los órganos, finalmente, estaban disponibles.“Yo soy chiquito y bajito. Cuando me dijeron que me iban a implantar otro riñón y otro páncreas nos preguntamos dónde los iban a meter. Siempre escuché que cuando te ponían un órgano nuevo te sacaban el tuyo, era un reemplazo... ni yo sabía responder”, recordó.

Martín Maraschio, jefe de Trasplante Renopancreático del Hospital Privado de Córdoba (establecimiento donde desde 2003 se realizaron unos 150 trasplantes de ese tipo), explicó que “quitar un riñón es una cirugía importantísima”, por lo que no vale la pena encararla si no es estrictamente necesario.

“Lo que uno busca es dar al paciente la parte que el páncreas del diabético no tiene, que es la secreción de insulina… este órgano es un sistema perfecto que regula la fisiología y control de la glucemia, mucho mejor que la mejor máquina que hayamos inventado hasta el momento”, declaró.

“En este caso no hizo falta sacar el páncreas de Nicolás porque tiene otras funciones que cumplir --detalló--. Tampoco retiramos los riñones, porque aunque sea en un 20 o 25 por ciento, siguen trabajando. Es más bien preventivo el trasplante en este caso porque el paciente ya está por entrar a diálisis, o sabemos que va a llegar a eso pero todavía no está en esa condición. Hacer el trasplante en una fase de prediálisis asegura un buen resultado”.

Nicolás es comunicador social. Cuando mira hacia atrás entiende que parte de su infancia y adolescencia estuvieron signadas por problemas de salud: los pinchazos, el temor a sufrir bajones de glucemia... al menos hasta que incorporó la bomba de insulina, que en algún sentido le mejoró su calidad de vida.

Pero todo quedó opacado frente al fresco horizonte del trasplante y una potencial cura, objetivo que, según contó Nicolás, exigió una doble preparación: la del cuerpo (hacer deporte, cuidar la alimentación...) y la de la mente, ya que estar en las listas de espera del Incucai requiere no sólo estudios clínicos exhaustivos y evaluaciones de especialistas variados (urólogos, diabetólogos, psicológos, psiquiatras...) sino mucha paciencia.

Hace muy poco, el 7 de enero, se publicó en el Boletín Oficial la reglamentación de la ley 27.447, conocida como “Justina”, que dispone que "toda persona capaz mayor de 18 años" es posible donante de órganos o tejidos, salvo que haya dejado constancia expresa de lo contrario.

Así, antes de hacer una ablación, el equipo clínico deben corroborar si en vida el donante informó su negativa, algo que se puede hacer a través del Incucai, el Renaper, los Registros Civiles, los Organismos Provinciales de Ablación e Implante, el Correo Oficial o en el perfil digital de Mi Argentina.

Maraschio destacó que la tasa de éxito del trasplante de páncreas es alta, "de un 80 o 90 por ciento al año”, aseguró al medio cordobés. Sin embargo, subrayó, la conducta alimenticia de los pacientes trasplantados (principalmente, evitar subir mucho de peso) es clave para no forzar el nuevo órgano; en este caso, el páncreas.

Porque Nicolás técnicamente está curado de la diabetes, pero sigue dependiendo de los controles clínicos y del ejercicio físico. Es que, como dijo Maraschio, con el trasplante no alcanza: “El paciente debe involucrarse y comprometerse”.

Fuente: La Voz

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