Querido y respetado por todos, Carlos Garaycochea dejó este mundo a los 90 años. Su carrera, extensa y diversa, lo llevó por diferentes caminos. Posiblemente todo haya pasado en la infancia pero la profesionalización comenzó cuando, año 1949, se graduó de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Es por eso que su dibujo humorístico es tan sólido.

Publicó en revistas —El Gráfico, Atlántida, Billiken, Esto Es, TV Guía, Gente, Rico Tipo, Patoruzú, Humor, Semana Gráfica, La Revista, Satiricón, Qué—, en diarios —Crítica, El Mundo, La Nación, Crónica, El Cronista Comercial, Tiempo Argentino, Hoy y Democracia— y editó varios libros: algunos de ellos son Dónde vamos a parar, Los deportistas son una risa, Don Gregorio, Catalina o Cómo parecer culto.

Tuvo su propia escuela de dibujo y durante seis años fue el presidente de la Asociación de Dibujantes Argentinos. También participó en radio y TV como guionista e intérprete y actuó en cine y teatro.

En una entrevista de 2015 en la revista Magna, aseguró que el límite del humor "lo marca la inteligencia de cada uno y el no dejarse llevar por arrebatos equivocados. Además, uno tiene que plantearse siempre que lo que piensa puede ser también una equivocación. No tengo por qué decir que yo tengo la verdad. No hay que ofender, porque la ofensa y la violencia son los últimos recursos de un ser humano. Mejor es usar la ironía, que es una manera de decir lo mismo pero sin que el otro se pueda ofender. Ahí entra a jugar la inteligencia".

Sus colegas, al enterarse de su muerte, lo recordaron en las redes sociales. Desde Nik y Coshtanzo hasta Horacio Altuna, entre tantos otros. En 2015, por iniciativa de Julio Raffo, había sido declarado Ciudadano Ilustre. Según trascendió, el velatorio será en Malabia 1662 desde las cuatro de la tarde, y el entierro, este martes a las 15 en el Cementerio Memorial Pilar.

Foto: revista Magna