Abordar la violencia escolar requiere un enfoque integral donde el acompañamiento empático y el establecimiento de límites claros son fundamentales.

Ambas acciones, que competen tanto a familias como a la comunidad educativa, son esenciales para el desarrollo sano de los niños y adolescentes y para fomentar un clima de convivencia pacífica y respeto mutuo.

El acompañamiento ayuda a desarrollar empatía, autoestima y habilidades de resolución pacífica de conflictos, herramientas clave para prevenir el acoso.

Los adultos (padres, madres y educadores) son modelos de comportamiento. Un trato afectuoso, respetuoso e igualitario en el hogar y en la escuela enseña a los menores a relacionarse de la misma manera.

"Somos parte de una sociedad que tristemente ha naturalizado la violencia y la escuela no queda aislada de esto", comentó la directiva.

insistió con la necesidad de acompañar y poner límites a los actores sociales.

"Hay que legitimar la entidad de la escuela para acompañar en todo un trayecto educativo entre familia, docentes y estudiantes . Es determinante acompañar desde la integridad del tejido social que hoy está bastante deteriorado ", recalcó.

"Los límites no están mal aunque sea muy difícil de aceptar en algunos casos, en esos casos hay que buscar consenso y reconocer equivocaciones entre todos", completó.