La garrapata común del bovino, Rhipicephalus (Boophilus) microplus, sigue siendo uno de los principales desafíos sanitarios de la ganadería del norte argentino. “Es un ectoparásito que se alimenta de sangre y otros fluidos del animal. Cumple todo su ciclo de vida en el bovino, aunque también puede afectar a otros mamíferos domésticos y silvestres”, explica el médico veterinario Gustavo Müller, de Biogénesis Bagó.

El especialista detalla que esta parasitosis externa está distribuida en once provincias, tanto del NEA como del NOA, cubriendo una superficie estimada en 74 millones de hectáreas. En esas zonas, entre dos y catorce millones de bovinos pueden verse afectados, con impactos económicos considerables.

“Las pérdidas directas pueden llegar hasta los 40 o 50 kilos por animal por año, siempre que exista una carga parasitaria importante”, indica Müller. Pero además de la pérdida de peso, el efecto de la garrapata se traduce en menores índices de preñez, menores porcentajes de destete y peor conversión alimenticia, lo que repercute directamente en la rentabilidad del productor.

A esto se suman las pérdidas indirectas, ya que la garrapata actúa como vector de la tristeza bovina, una de las enfermedades más graves y frecuentes en la región norte del país. “No es solo un problema de parasitosis externa: detrás de la garrapata hay un riesgo sanitario mucho más profundo”, advierte el veterinario.

Control y prevención: rotar y planificar

El control de esta parasitosis requiere una estrategia integral. Entre las herramientas disponibles, Müller menciona los baños de inmersión, los baños por aspersión o derrames dorsales (pour-on) y los endectocidas inyectables. Sin embargo, resalta que el manejo responsable de los productos es clave.

“Cuando hablamos de drogas, debemos ser muy específicos en la rotación de principios activos, para conservar su eficacia y evitar que los parásitos desarrollen resistencia”, enfatiza.

Para el especialista, el conocimiento técnico es la base del control efectivo. “Si conocemos el ciclo biológico de la garrapata, sus ondas generacionales y las drogas con las que podemos controlarla, estamos en condiciones de diseñar un plan estratégico de control, adaptado a cada establecimiento y zona”, resume Müller.

El desafío, concluye, no es solo eliminar la garrapata, sino mantener la productividad y sanidad del rodeo a largo plazo, combinando tecnología, planificación y asesoramiento profesional. 


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