Según José Rodríguez, la demanda por la indumentaria de campo se ha expandido mucho más allá de las estancias, alcanzando a gente de ciudad que busca piezas auténticas. A pesar de los cambios en el sector agropecuario, el artesano aseguró que su oficio no solo sigue vigente, sino que se ha revitalizado gracias a las redes sociales, que le permiten vender y enviar sus productos a clientes en todo el país.
 
El talabartero menciona la buena recepción que ha tenido en la feria, con precios accesibles para cintos y piezas más elaboradas como bastos de cuero. A pesar de la urbanización, Rodríguez resaltó que el hombre de campo sigue fiel a su boina, mientras que el mercado se ha ampliado para incluir a quienes, sin ser del campo, aprecian la calidad y el diseño artesanal.
 
Al hablar sobre el futuro de su profesión, el artesano confiesa que la tradición del "artesano hoguero" ha perdido fuerza y ya no se fomenta como antes. No obstante, se muestra optimista al ver que todavía hay jóvenes con ganas de aprender el oficio y mantener viva esta valiosa herencia cultural.


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