Fin de semana lleno de amistad
Edición del 19 / 07 / 2025
               
29/06/2025 08:00 hs
residencia la quinta

“El amor no se jubila”

Río Cuarto - 29/06/2025 08:00 hs
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Hay temas que preferimos no mirar. O que simplemente damos por cerrados, como si ciertas cosas ya no tuvieran lugar cuando se cruza cierta edad. Pero la vida, esa que late adentro del pecho, no se deja jubilar tan fácil. Y mucho menos el deseo. Sí, el deseo. Esa energía vital que nos conecta con el otro, con el cuerpo, con la ternura, con lo que nos hace sentir vivos.

Durante años, la sociedad construyó una imagen de la vejez ligada casi exclusivamente al retiro, a la enfermedad, a la pérdida. Pero la realidad —esa que a veces se dice bajito o se guarda en silencio— es que muchas personas mayores siguen sintiendo deseo, amor, ganas de compartir un abrazo largo, o de descubrir nuevas formas de intimidad. Y eso no tiene nada de raro. Tiene todo de humano.

La sexualidad en la vejez existe. No desaparece como por arte de magia. Tal vez cambia de forma, se vuelve más sutil, más tranquila, menos urgente. Pero sigue ahí. Porque la sexualidad no es sólo genitalidad. Es también caricia, complicidad, cercanía, conexión. Es sentirse visto, mirado con ternura. Es el derecho a seguir teniendo piel.

Claro, hablar de esto incomoda. A muchos. A hijos, nietos, médicos, a la televisión y a veces hasta a los propios protagonistas. Pero ¿por qué silenciarlo? ¿Por qué asumir que después de los 60, 70 o 80 ya no hay espacio para el deseo? ¿Quién nos convenció de que eso debía apagarse? ¿No sería lindo vivir en un mundo que no limite las formas del amor?

Hay hombres y mujeres que después de enviudar, o después de años de matrimonio, descubren nuevas formas de vincularse. Personas que se enamoran, que se dan una segunda oportunidad, que vuelven a tomar de la mano, a besar. Y no tiene que ver con lo físico solamente: tiene que ver con lo emocional, con lo afectivo, con sentir que todavía hay vida por vivir.

Y también están quienes no tienen pareja, pero se descubren a sí mismos con una nueva conciencia del cuerpo, del tiempo, de lo que necesitan o no. Porque también eso es parte de la sexualidad: el vínculo con uno mismo. La capacidad de cuidarse, de conocerse, de respetar los propios límites.

Un caso reciente en Argentina da testimonio. En General La Madrid, Buenos Aires, en febrero de 2025, Eva y Enrique se casaron a los 75 y 79 años respectivamente. Se conocieron en una plaza poco meses antes y comenzaron a charlar. Se hicieron buenos amigos y él cruzó la barrera de lo que la sociedad parece imponernos. Se dejó guiar por sus sentimientos e ignorar las limitaciones que se imponen a los mayores. Sentía que la amaba. Le propuso matrimonio. Ella se puso nerviosa, es verdad. Nos educaron pensando en que los mayores no pueden hacer esas cosas. Pero confió en sus sentimientos y dio el “Sí” en una hermosa ceremonia a la que asistieron sus seres queridos. Hoy viven los dos juntos en una residencia para mayores y son muy felices. “Siempre quisimos casarnos. Ambos pensábamos que no se nos había dado. ¿Quién iba a pensar que conoceríamos el amor a los 75 años? Afortunadamente nos animamos. Hoy somos muy felices”.

Hablar de sexualidad en personas mayores no es un capricho moderno. Es reconocer su humanidad. Es dejar de verlos como “abuelitos” desexualizados y empezar a verlos como personas completas, con derecho al placer, al afecto y al deseo. Con derecho a elegir, a decir sí, a decir no. A vivir su vida íntima con libertad y sin vergüenza. Porque es la forma en que a todos nos gustaría vivir de mayores, con la libertad y sin prejuicios.

¿Y sabés qué es lo más importante? Que cuando se habilita este diálogo, cuando se habla sin prejuicios, cuando se da lugar a que las personas mayores puedan expresarse, se gana en salud, en autoestima, en bienestar emocional. Porque no hay edad para sentirse querido. No hay edad para sentirse vivo.En definitiva, no se trata sólo de hablar de sexo. Se trata de hablar de amor, de vínculo, de presencia, de derecho a seguir siendo protagonistas de la propia historia.
Porque, aunque no se diga mucho, aunque a veces se lo oculte o se lo infantilice…

El amor no se jubila.

Por Miguel Leone. Acompañante terapéutico. Residencia La Quinta

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