Guillermo Tepper, radicado hace 23 años en Israel, relató cómo es vivir bajo amenaza constante en medio del conflicto con Hamás. Asegura que, a pesar de la tensión, no piensa en regresar a la Argentina.
Guillermo Tepper
Guillermo Tepper, argentino oriundo de Río Cuarto y residente en Israel desde hace más de dos décadas, compartió su testimonio sobre el actual conflicto en Medio Oriente. “Durante el día suena la sirena de vez en cuando y corremos a los refugios. A la noche prácticamente no se puede dormir. Está muy difícil”, relató.
A pesar del escenario bélico, sostuvo que la población no está dominada por el miedo. “No nos reina el pánico. Obviamente estamos preocupados, pero el pánico es contagioso, y si no hay pánico, no hay pánico y punto”.
Tepper señaló que desde su llegada a Israel ha atravesado conflictos similares cada dos años, aunque reconoció que esta vez “es la primera vez que pasa algo de esta magnitud”. Al respecto, mencionó que incluso se habla de “la posibilidad de que se instrumenten armas nucleares”.
Sobre las divisiones internas, explicó que “la familia de los que están secuestrados quiere un arreglo, pero la mayoría de Israel quiere que se termine con todo esto, que no haya tregua, que se termine con el terrorismo”. Y agregó: “Por cada israelí liberado, hay que liberar 100 terroristas. Y no se termina nunca”.
Consultado por su mirada política, afirmó: “Conviene seguir la política israelí. Europa está muy difícil, está muy Hamás. Nadie vive acá, los que vivimos somos nosotros y vemos lo que pasa todos los días”.
También hizo referencia al conflicto en la Franja de Gaza: “Hasta 2005 Gaza pertenecía a Israel. Sharon les concedió la independencia y a los dos días Hamás se apoderó del territorio. Ahí se terminó todo”.
Tepper vive actualmente con su esposa, una ciudadana peruana, y contó que uno de sus primos fue asesinado el 7 de octubre. “Mis hijos y mis hermanos están en Argentina, pero acá me quedo. Después de 23 años, ¿quién quiere irse?”, expresó.
En cuanto a la rutina bajo ataque, detalló: “Cuando suenan las sirenas, corremos a los refugios. Dejamos la puerta abierta para escuchar a qué distancia caen las bombas. Después de las explosiones, esperamos 10 minutos más por si hay alguna rezagada. Y salimos, hasta nuevo aviso”.
Finalmente, envió un saludo a su ciudad natal: “Muchas gracias y un abrazo a todos los riocuartenses”.