Durante su exposición y en una nota con Valor Agregado Agro , Rotondaro explicó que esa cifra surge del análisis del balance de nutrientes —nitrógeno, fósforo, potasio y azufre— durante los últimos 30 años de agricultura sobre los seis principales cultivos del país. “Ese número refleja la extracción de nutrientes asociada al crecimiento de la producción. A fines de los ’90 cosechábamos 30 o 35 millones de toneladas de granos; hoy estamos en 115 a 120 millones. Eso es producción, pero también es pérdida de nutrientes del suelo”, afirmó.

Consultado por Valor Agregado Agro sobre si se hicieron mal las cosas en el pasado o si se está mejorando, respondió: “El uso de fertilizantes en Argentina se multiplicó por cinco en los últimos 30 años. Pasamos de poco más de un millón de toneladas a cinco millones. Ese número hoy ya es un piso, aunque claramente aún falta mucho”.

Rotondaro recordó que el país produce actualmente alrededor de 2 millones de toneladas de fertilizantes y el resto proviene de importaciones. “Hay proyectos industriales locales que ojalá se concreten. Las condiciones han mejorado con este nuevo gobierno: se facilitó la importación, bajaron algunas alícuotas, el sistema de pagos es más ágil y el panorama es más previsible”, detalló.

Uno de los grandes desafíos, según el titular de Fertilizar, es no sólo aumentar el uso de fertilizantes sino hacer un uso más eficiente y racional: “El productor sabe que tiene que fertilizar, pero muchas veces no lo hace en base a análisis de suelo. Hoy cerca del 25% de los lotes se muestrean, aunque en cultivos como trigo o cebada en algunas zonas se llega al 40%. Maíz está en el 25-30%. Aún falta mucho por recorrer”.


Crecer con  muestras de suelos y de la mano de la digitalización

El presidente de Fertilizar se mostró optimista sobre la evolución del muestreo (análisis de suelos), que en Argentina es muy baja, de hecho la más baja  de la región, pero está confiado en que la digitalización del agro hará crecer esas brechas,  en especial con el avance de la agricultura de precisión: “Antes manejábamos el lote con una receta promedio, ahora dividimos en zonas de alta, media y baja productividad. Para eso necesitamos conocer la fertilidad específica de cada ambiente, y eso sólo lo logramos con análisis de suelo”.

Finalmente, remarcó que su intención al mostrar el dato de los 30.000 millones de dólares no fue generar alarma: “Quise dimensionar el número. Comparado con lo que el sector aportó en retenciones en los últimos 20 años, representa el 15%. No se trata de un juicio político, sino de entender cuánto costaría reponer al suelo lo que perdimos en estas tres décadas”.

 


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