En la quietud de un templo budista de Bagan, la luz se cuela entre los ladrillos e ilumina los manuscritos de un joven monje. Esta imagen no solo captura un momento íntimo de estudio, sino que también habla de la realidad social de un país. En Myanmar (país antiguamente conocido como Birmania), la vida monástica no es solo una opción espiritual: también es una vía de acceso a la educación, la estabilidad y el respeto social para miles de niños y jóvenes. Los monjes ocupan un lugar de alta estima en la sociedad birmana y los monasterios actúan muchas veces como centros culturales, sociales y educativos.

Por eso, en un país con profundas desigualdades y zonas rurales donde los recursos son escasos, muchas familias ven en los monasterios una oportunidad: allí sus hijos pueden aprender a leer, escribir y recibir una educación que de otra manera nunca tendrían a su alcance. Para algunos esto es un camino temporal, una etapa de formación que les permitirá tener con una formación sólida con la que abrirse un camino aventajado en la vida. Pero para muchos más, el hábito se convierte en un modo de vida y los templos en su hogar para siempre. ¿Cuál de los dos futuros iluminará este rayo de luz?

National Geographic