Con las alas desplegadas como vitrales, una mariposa monarca africana (Anosia chrysippus) se posa delicadamente sobre una flor en plena floración. Mientras se alimenta del néctar, la mariposa roza con su cuerpo la planta, transportando granos de polen de una flor a otra. Así, sin proponérselo, desempeña un rol vital en el ciclo reproductivo de muchas especies vegetales. En un mundo donde los insectos polinizadores se enfrentan a múltiples amenazas, desde el uso de pesticidas hasta la pérdida de hábitats, encuentros como este nos recuerdan la importancia de los miembros más pequeños del mundo natural.

Estas mariposas diurnas realizan su labor guiadas por la vista y el olfato, y son especialmente selectivas: prefieren flores con corolas abiertas y colores intensos como el naranja, el rojo o el púrpura, que contrasten con el fondo verde del follaje. Para ellas, encontrar la flor ideal no es solo una cuestión de alimento, sino también de eficiencia: encontrar las que tienen más néctar les dará la energía que necesitan para seguir volando. Por esto, la presencia de mariposas en jardines, praderas y márgenes de caminos es un indicio de hábitats saludables.



National Geographic