¿A quién no le gusta obtener la aprobación de los demás? Nos gusta caer bien y que lo que hacemos y decimos satisfaga a los que nos rodean, pero no debe ser la preocupación de nuestras vidas. Y es ahí donde reside el problema, cuando esa búsqueda de aprobación es una necesidad constante para poder formarnos una buena imagen de nosotros mismos.

Al buscar agradar continuamente a todo el mundo, señala la psicóloga Laura del Valle, de El Prado Psicólogos, dejamos de ser nosotros mismos «para ser aquello que los demás quieren que seamos», sacrificando de esta manera nuestro auténtico yo: «Es muy cansado intentar obtener el agrado de los demás y callarnos nuestras propias opiniones por el miedo a que el resto no esté de acuerdo con lo que estamos expresando.

Solo debería preocuparnos lo que opinen los demás si lo que queremos es vivir una vida adaptada a lo que somos y lo que nos hace verdaderamente felices».

No llueve a gusto de todos

Aunque a veces nos pueda costar reconocerlo, son muchos los que se preocupan por lo que piensen los demás de sí mismos: de su forma de hablar, de vestir, de vivir… Por este motivo, quizás no tengamos que buscar características en su personalidad, pero sí podemos observar, tal como explica la psicóloga, que probablemente se trate de personas «con una baja autoestima», quizás muy autoexigentes, cuyos logros serán medidos en función de lo que le digan los demás: «Estas personas pueden experimentar una gran sensibilidad al juicio externo y sentirse ansiosas al pensar en poder ser rechazadas en determinados contextos. Además, pueden vivir con una gran ansiedad ya que todo lo que sientan, hagan o digan van a sentir que están sometidos a un juicio constante». De esta manera, estos individuos no van a saber, en ciertas ocasiones, cómo actuar ya que hagan lo que hagan, les pueden rechazar. Como dice el refrán 'nunca llueve a gusto de todos', ya que agradarán a ciertas personas, pero a otras no.

Trabajar el que no nos afecten las opiniones ajenas no es tarea fácil. La psicóloga señala que el primer paso puede ser darnos la oportunidad de conocernos mejor a nosotros mismos. Esto significa darnos cuenta de nuestras virtudes, pero también de nuestros defectos. Darnos cuenta de nuestras imperfecciones y nuestra vulnerabilidad y abrazarla, en definitiva, aceptarla. «Este es un trabajo en nuestra propia autoestima. No hay mayor demostración de una baja autoestima que esa necesidad de aprobación constante. Esto, junto con el conocimiento de 'los derechos asertivos' son una combinación perfecta para dejar atrás esa dependencia a lo que piensen los demás de nosotros», explica.

Los pasos que damos hacia nuestra propia independencia y auto-aprobación nos aleja del control que ejercen los demás sobre nosotros. Este es un paso hacia una autoestima saludable y una vida con sentido.


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