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22/08/2014 18:30 hs

Llaman a detener el flujo de jihadistas occidentales a Medio Oriente

Internacionales - 22/08/2014 18:30 hs
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Interpol advirtió sobre "la amenaza de terror de combatientes radicalizados transnacionales"; James Foley habría sido decapitado por un militante británico.

bu Rumaysah no tiene más de 30 años. Impasible, con una barba impecablemente cortada y una estricta chilaba oscura, declama, desde la pantalla de Al-Jazeera, su confianza en el Estado Islámico (EI) y en el radiante futuro que le espera a la humanidad bajo su control.

"Mi mayor ambición es poder unirme a ellos", repite, impávido, desde su casa londinense, donde participaba ayer de una emisión de la cadena qatarí sobre la decapitación del rehén norteamericano James Foley, supuestamente a manos de un jihadista británico. Su fanatismo daba frío en la espalda. Y como si lo estuvieran escuchando, a él y a tantos otros, Interpol y varios gobiernos europeos lanzaban ayer un llamado a dar una "respuesta multilateral" a la amenaza del grupo islamista y, en especial, a la llegada de jóvenes jihadistas occidentales a Medio Oriente.

Confeso activista islamista, Rumaysah es uno de los miles de europeos convencidos o reclutados por el EI a través de una sofisticada campaña de propaganda, difundida desde hace algunos años por Internet. Muchos de ellos consiguen partir y sumarse a sus filas en Siria o Irak, otros tienen las valijas hechas.

Los expertos europeos en antiterrorismo calculan que hay por lo menos 1900 combatientes de origen europeo en los movimientos jihadistas presentes en Siria e Irak. Todos ellos estarían dispuestos a lanzar una guerra santa en el Viejo Continente. Sólo esperan órdenes del autoproclamado califa Abu Bakr al-Baghdadi.

La fuerte sospecha de que fue un británico el verdugo que decapitó al periodista norteamericano James Foley no hizo más que alimentar la ola de inquietud que agita a los servicios de inteligencia europeos desde hace meses.

Prueba de ello fue el llamado de Interpol a coordinar esfuerzos internacionales para detener el creciente flujo de extranjeros que viajan a Medio Oriente para incorporarse a la lucha armada. "El asesinato bárbaro de James Foley por los jihadistas del EI deja patente la magnitud de la depravación en su campaña de terror en Siria e Irak", afirmó ayer en un comunicado Ronald Noble, secretario general de la organización.
Y subrayó "la necesidad de una respuesta multilateral contra la amenaza de terror de combatientes radicalizados transnacionales que se desplazan en las zonas de conflicto en Oriente Medio".

También el gobierno de David Cameron, que teme que unos 300 jóvenes británicos estén combatiendo en las filas del EI, quedó bajo la lupa del Parlamento, que ayer le reclamó cambios en la inteligencia para detectar eventuales militantes.

Los especialistas creen que los centenares de jihadistas de Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Alemania, Holanda o España que parten a hacer la guerra santa en Siria e Irak, vuelvan a sus países resueltos a desencadenar una campaña de terrorismo similar a la de Madrid en 2004 y de Londres en 2005.

Esa tarea parece imprescindible, pero no será fácil. Nada parece disuadir a esos jóvenes enceguecidos por el martirio en nombre de Alá. El martes, dos adolescentes francesas de 15 y 17 años fueron presentadas a la justicia cuando se preparaban a partir a Siria.

Para los servicios de inteligencia, si bien la atención de EI está focalizada en este momento en Irak, "la gran preocupación" es el riesgo de que decida en forma inminente identificar, reclutar y entrenar la mayor cantidad de occidentales para que regresen a sus países habiendo sido sometidos a una preparación que los transforme en "bombas humanas".

Los mensajes que envía la organización terrorista parecen confirmarlo. En su última aparición en público, Al-Baghdadi acusó a "judíos y cruzados" de causar divisiones entre grupos jihadistas en Siria, y agregó: "Dentro de muy poco tiempo, se verán sumergidos en una confrontación directa. Si Alá lo permite, estarán obligados".

Identificar a quienes se aprestan a viajar o están de regreso tampoco es fácil, a pesar de un cierto número de infiltrados que consiguen colocar en el terreno los servicios de inteligencia occidentales.

"La inteligencia de primera mano en Siria e Irak es bastante reducida -reconoce una fuente europea-. Sabemos, en todo caso, que la mayoría de esa gente viaja vía Turquía."

Las autoridades francesas creen que entre 400 y 800 jóvenes de esa nacionalidad ingresaron -o se aprestan a hacerlo- a Siria. Hasta principios de este año, además de Francia, los países con representaciones más nutridas eran Gran Bretaña (366), Bélgica (296), Alemania (240), Holanda (152) y España (95), según el Centro Internacional de Estudios sobre la Radicalización y la Violencia Política, del King's College de la Universidad de Cambridge.

En los primeros tres meses del año, la policía británica procedió a unas 40 detenciones, todas relacionadas con la jihad en Siria, el doble que en 2013.

Para Richard Walton, jefe del comando de contraterrorismo de Scotland Yard, la pregunta no es si un ataque de gran envergadura en Europa es posible, sino cuándo: "La gente no se ha dado cuenta de la gravedad del problema -asegura-. El juego no está terminado. Pero el EI cambió definitivamente las reglas".

Francisco habló con los padres de Foley

El papa Francisco conversó ayer telefónicamente con John y Diane Foley, los padres del periodista norteamericano James Foley, decapitado el martes pasado por los jihadistas del Estado Islámico (EI) en Siria.

Según reveló el sacerdote jesuita James Martin, el Papa se comunicó directamente con el hogar de los Foley, en New Hampshire.

"La familia se sintió conmovida y gratificada", escribió en Twitter Martin, que se enteró de la llamada telefónica por medio de una fuente vaticana y que fue autorizado a difundir la noticia.

James Foley, como sus progenitores, era profundamente católico. Había estudiado en un colegio jesuita -la orden a la que pertenece el Papa- y en los días de su cautiverio en Libia se había sostenido psicológica y emocionalmente recitando el Rosario.

Durante su regreso del viaje a Corea del Sur, el Papa había dicho que consideraba legítimo frenar la brutalidad de los jihadistas, a los que consideraba "un agresor injusto", pero sin justificar una acción unilateral.(LANACION)

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